sábado, 23 de abril de 2022

 

BEBER AGUA… ¿ANTES, DURANTE O DESPUÉS DE LAS COMIDAS?

Ya iniciada la tercera evaluación con nuestros alumnos de dietética, abordamos el tema 7 de nuestro módulo de Alimentación Equilibrada, repasando las características de una dieta equilibrada, las distintas guías alimentarias y las recomendaciones de los distintos nutrientes en los distintos ciclos de la vida del ser humano. Buscando curiosidades acerca del agua y en respuesta a algunas preguntas que nos plantean amigos y familiares, resolvemos ésta que planteamos en el presente artículo…

Beber agua… ¿antes, durante o después de las comidas?

Existe la creencia popular de que el agua engorda si se toma durante las comidas. En realidad, el hecho de tomar líquidos (agua u otras bebidas) antes, durante o después de las comidas nada tiene que ver con que estos alimentos tengan mayor o menor capacidad calórica.

Lo que sucede es que disminuimos el grado de acidez en el estómago al diluir los jugos gástricos y esto puede provocar que las enzimas que requieren un determinado grado de acidez para actuar queden inactivas y la digestión se ralentice. Si las bebidas que tomamos con las comidas además están frías, la temperatura del estómago disminuye y la digestión se ralentiza aún más.

Por esta razón, a las personas afectadas de digestiones difíciles o pesadas les puede resultar más conveniente omitir cualquier tipo de bebida durante las comidas o justo después de las comidas. Sin embargo, para quienes no sufren ningún trastorno digestivo no hay una explicación dietética ni científica que justifique que no se puedan ingerir líquidos en esas situaciones.

Por la cuestión del aumento de volumen, el agua participa en la sensación de saciedad. Así, podemos:

En caso de buscar un aumento de peso, por delgadez o durante la primera infancia, se recomienda evitar el agua durante las comidas. Los niños, habitualmente, beben mucha agua ante un plato que no les gusta para saciarse.

En caso de buscar una disminución de peso, incorporar el agua en las comidas para una mayor saciedad. Sobre todo, con los platos ricos en fibra (verduras, legumbres...).

En lo que menos influye el agua es en el aprovechamiento de los nutrientes. El sistema digestivo es suficientemente largo y eficiente como para poder aprovechar al máximo las posibilidades nutritivas de los alimentos. Sólo las personas que beben realmente demasiada agua (4 litros al día sin sed es demasiada agua) pueden tener una pérdida de nutrientes, pero no en la digestión sino a través de la orina, ya que la eliminación de agua que lleva a cabo el riñón va acompañada de otras sustancias de forma inevitable, estén presentes de forma excesiva en la sangre o no.

La ingesta muy recomendable de fibra debe ir siempre acompañada de agua para conseguir el efecto buscado, ya sea enlentecer la absorción de nutrientes (en la obesidad o en la diabetes), o favorecer el tránsito intestinal para evitar la constipación (estreñimiento). La ingesta de fibra no acompañada de agua suficiente puede provocar el efecto contrario: un estreñimiento notable.





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